6.9.17

Otra actitud

 por Limam Boisha

¿Cómo se podría definir el estado de ánimo de un pueblo? De uno, por ejemplo, que lleva más de cuarenta bajo la ocupación o en la diáspora. Un pueblo que ha sufrido invasiones militares, éxodo, dieciséis años de guerra y una condena de destierro temporal, que de tan larga ya parece perpetua.

Durante los primeros años del exilio hubo una visión positiva del exilio, en la medida en que el pueblo saharaui de manera decidida y valiente,eligió, partiendo de la nada, luchar y edificar las bases de un futuro estado moderno.Y lo hizo en educación, en sanidad, en cultura,entre otras esferas. Por supuesto, cometió muchos errores, pero la voluntad de todos y todas era trabajar con esfuerzo y tesón en eras de ser un pueblo socialmente más igualitario y libre.

¿Qué ha pasado para pasar de ser un pueblo orgulloso, rebelde, trabajador, responsable, optimista, creativo, a convertirnos en un pueblo apático, conformista, pesimista y sobre todo materialista?¿Por qué a muchos de nosotros ya no nos conmueve el sufrimiento diario de nuestra población en las zonas ocupadas y en el exilio de la Hamada?Estamos más pendientes de cómo ganar dinero, tener coche, construir una casa fastuosa, que de ayudar a nuestros compatriotas,a pesar de que muchos de ellos están viviendo una vida dura y llena de las carencias más elementales.

Lo peor es esa impotencia, ese desánimo que nos correo como una enfermedad contagiosa. Si no nos sacudimos ese “polvo condenatorio” que nos asfixia y comenzamos a luchar estamos perdidos.

Para construir el estado saharaui hace falta otra actitud. Debemos fomentarla en nuestras casas, en nuestras jaimas, en las escuelas, en cualquier lugar. Tiene que estar en la base de la reivindicación fundamental de nuestro pueblo.

Lo primero que tenemos que hacer es aceptar que en el seno del pueblo saharaui tenemos muchos problemas. Y cada vez surgen más. Tenemos gravísimas deficiencias en la educación y la sanidad, en parte por la falta de recursos, y en parte por falta de planificación. La desigualdad social, la corrupción, el tribalismo son cada vez más patentes.

Otra cuestión es la emigración y en especial, la fuga de cerebros, que ha sido y sigue siendo una sangría. Las personas más cualificadas, al no encontrar ningún estímulo para trabajar en los campamentos de refugiados y sobre todo, al no ser valoradas sus capacidades profesionales, deciden “buscarse la vida”. Más bien, han sido marginados y ninguneados y la mayoría ha elegido emigrar.

El gobierno saharaui, en cuanto que nuestro legítimo representante, tiene el deber y la obligación de trabajar para mejorar la vida de la gente y de atender estos problemas y darles solución, sino nuestra Causa corre el riesgo de diluirse.

Por supuesto, que cada uno de nosotros tiene un proyecto de vida personal y tiene todo el derecho del mundo de luchar por materializarlo. Pero no es menos cierto que nuestro proyecto colectivo es parte fundamental de nuestro proyecto individual, y los dos están íntimamente relacionados. Uno no está desvinculado del otro. Porque como personas y como pueblo queremos vivir en nuestra tierra de manera digna y en paz. Y tenemos que hacer algo

El levantamiento de nuestros compatriotas en Gdeim Iziken noviembre de 2010 nos dio una lección, que no podemos ni debemos olvidar. Levantar un campamento a las afueras del Aaiún fue una idea colectiva y sobre todo una idea creativa. Ahora es más grave para el régimen marroquí levantar una jaima que protestar frente al muro de la ocupación. Pues levantemos nuestras jaimas de manera real o metafóricamente donde quiera que estemos.

Para construir el estado saharaui se precisa otra actitud. Que se enseñe en las escuelas, que esté en la base de la reivindicación fundamental del pueblo saharaui a asumir su responsabilidad como pueblo independiente, soberano y responsable.

Decía julio Cortázar que el exiliado no puede hundirse en la tristeza y la nostalgia, que tiene que trabajar, luchar, perfeccionarse, porque el regreso está en su plan de vida.

Y nuestra vida es personal, pero también colectiva. Que por ocuparnos de la primera, no olvidemos la más importante.


 Limam Boisha
lboicha[at]gmail.com
06.09.17


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